En 1986 Chrysler trasladó la producción de la Ramcharger a la planta de Toluca, por lo que se comercializó también en México. No tuvo competencia, ya que ni la Ford Bronco ni la Chevrolet Blazer K5 se vendieron en el país. Se convirtió rapidamente en un icono del lujo. Ofrecía de serie el V8 360 acoplado a una transmisión automática de tres velocidades y opcionalmente se podía pedir con la tracción en las cuatro ruedas.
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